domingo, 23 de diciembre de 2012

Despedida, por Daniela Della Bruna



Despedida

¿Es cierto que se suicida este paraje cansado?
Revientan sus paredes pobres, se termina el agua,
se cubre de sequía todo el pasto.

¿Es cierto que no tengo nada que llevar?
Me llevo muchas cosas, sin embargo, en mis pupilas,
las sogas podridas de la hamaca,
toda una colección de naderías.

¿Es cierto que el camino no tiene carteles ni guías?
No se ve una posada cerca,
pero no tiene precio dejar la cama corroída.

Sucio está el espejo del patio,
como todo, también está en ruinas,
y sin embargo encierra a una mujer que fui,
y que dejo en mi partida.

Y en cada espejo del pasado, cada espejo lejano
que se ha roto, perdido o fusilado,
se quedan mil mujeres en las que alguna vez me he desdoblado.

Me quedo un poco en cada uno de esos mundos tiranos,
en cada una de esas jaulas,
me quedo un poco en cada estrella,
un poco en cada prado.

Me voy entera, sin embargo,
o eso me digo, cuando callo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La caída, por Daniela Della Bruna

Una poesía de decepción, pero también de resistencia en este triste día en el que, otra vez, gana la corrupción. Repudio el fallo de la corte tucumana en el caso Marita Verón.

La caída

No llovió la lluvia que habían anunciado,
no llovió la lluvia,
no llovió.

Lloraron, en cambio, de frío,
todos los perros del baldío,
desde la calle el viento
me trajo su agudo grito.

Se conformó, otra vez, un hombre,
se conformó con eso,
con eso que supo poco,
con eso que parecía más que nada.

Mintió, otra vez, un hombre,
mintió, humilló y se convenció,
se convenció vanamente
de una razón asesina.

Se acobardó, otra vez, un hombre,
agachó, sin pensar, la cabeza,
obedeció al amo,
abrió la llaga de un hermano.

Ganó, otra vez, un hombre.
Aplastó a otro,
se quedó tranquilo,
se salvó sin dudarlo.

Me avergonzó, otra vez, un hombre.
Un hombre, un hombre como yo,
un hombre que siente, llora,
un hombre que conozco.

Pero no perdono a ese hombre,
no hay tiempo para tibiezas,
sólo podemos inflamarnos,
como ardientes mariposas.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Epílogo, de Daniela Della Bruna

Cuántas palabras pedí para conjurar mi miedo,
el miedo infinito de saberme ya sin inocencia,
sin la pulcra omnipotencia de la primera juventud.

El instante temido llegó mil veces, se multiplicó en el tiempo,
todos vieron algo de lo que quise ocultar,
hasta que yo lo vi y rompí el silencio.

Y ahora que terminó la época de los retaceos,
todo se sucede natural, avasallante, sin preguntar,
ya no le pido permiso a los espejos...

En un instante impreciso
se borró el horror de mi reflejo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Destino, por Daniela Della Bruna

No ha cambiado nada en realidad,
pero este es un mundo nuevo.

El tiempo ha borrado las cadenas,
se ha unificado,
después de juego de desdobles
y de espejos.

Todo ha vuelto a ser lineal,
se rompió el espiral de paralelos,
porque he vuelto yo también de un viaje oscuro,
que no quise rechazar, por más reclamos que haya hecho.

El destino es uno, no hay un plan de escape,
y es mejor así, visto de nuevo,
porque lo que queremos se ampara tanto en la vanidad,
en la equivocación, en la absurda ceguera de todo lo terreno.

Si no hubiera un destino estaríamos perdidos
en el laberinto de nuestros deseos.

Y ese destino se cumple, clandestinamente,
lo cumplimos nosotros mismos aunque lo neguemos.
Pero ese destino no es lo que pensamos, nunca,
gracias también por eso.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Milonga del marginado paranoico, de Paco Urondo

MILONGA DEL MARGINADO PARANOICO

de Poemas póstumos
Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque
tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Un año

Hola amigos, el 1 de noviembre este blog cumplió un año, prometo hacer más periódicas las entradas y seguir compartiendo algo de lo que leo y algo de lo que escribo.
Gracias a los que siguen leyendo.
"Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana" (La sociedad de los poetas muertos)
Hasta el próximo poema...

One art by Elizabeth Bishop

Un arte.

El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, las horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.



(Traducción en versión de la película “In her shoes” tomado de http://derepenteundia.blogspot.com/2007/02/un-poema-de-elizabeth-bishop.html)

miércoles, 15 de agosto de 2012

Anochecida, de Daniela Della Bruna


Nos miramos en un sueño,
después de huir en la vigilia.

Fue tan real que en mi mano
quedó grabada tu risa.

Sin entender despertaste
con una marca plomiza.

Fue un apretón que sin tino
te había dado,  fugitiva.

Vos olvidaste ese sueño
amaneciste sin prisa.

Yo en cambio me quedé un tiempo
en esa noche enfermiza.

martes, 14 de agosto de 2012

Regresos, de Daniela Della Bruna


Más que en pena ennegrecida
esta carencia se transformó en caricia.

Arrullo errante y roto,
aleteo sobre la vereda fría.

Anillo de inocencia,
suave esperanza empedernida.

Ay renacer de otro deseo,
en otra vida.

Sonso capricho de volver al vértigo,
a la lluvia limpia.

miércoles, 4 de julio de 2012

Tormenta, de Julio Sosa


Como una enorme gata amarillenta
se acurruca la tarde en el ocaso
y dorando la tierra en un bostezo
guarda el sol otoñal sus rojos brazos.

Una nube se acerca amenazante
jineteando en el viento su arrogancia
y al galope de mil potros gigantes
ruge el trueno iracundo en la montaña.

La majada obedece temerosa
al ladrido del perro blanco y negro
que la empuja al galpón tibio y seguro
que recuesta su flanco junto al cerro.

El murmullo inocente del arroyo
es un grito de guerra adulto y bravo
y transforma su cauce cariñoso
en un río furioso y desatado.

Hasta el lobo que corre tras la oveja
con fulgor asesino en la mirada
se detiene espantado por la aurora
breve y blanca de un rayo en la quebrada.

El cuchillo de fuego parte un árbol
con certera y caliente puñalada
y cubriendo su cuerpo agonizante
tiende el viento con humo la mortaja.

Tras el crimen terrible y alevoso
borda el cielo su pena lastimera
llora el agua que brota de sus ojos
sobre el negro cadaver de madera...

sábado, 30 de junio de 2012

Otoño, de Octavio Paz

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.

miércoles, 27 de junio de 2012

Sonatina, de Rubén Darío



La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
]o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,
a encenderte los labios con su beso de amor!

martes, 26 de junio de 2012

Viceversa, de Mario Benedetti



Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

jueves, 21 de junio de 2012

No te quiero sino porque te quiero, de Pablo Neruda



No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero solo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de Enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia solo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero amor, a sangre y fuego.

viernes, 15 de junio de 2012

No te salves, de Mario Benedetti



No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo
 

jueves, 7 de junio de 2012

Las alas, de Delmira Agustini


Las alas
Yo tenía...
dos alas!...
Dos alas,
que del Azur vivían como dos siderales
raíces!...
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la muerte
y la ilusión. Dos alas,
fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
como dos firmamentos
con tormentas, con calmas y con astros...

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...
El áureo campaneo
del ritmo; el inefable
matiz, atesorando
el iris todo, más un iris nuevo
ofuscante y divino,
que adoraran las plenas pupilas del Futuro,
( las pupilas maduras a toda luz! )...  El vuelo...

El vuelo eterno, devorante y único,
que largo tiempo atormentó los cielos,
despertó soles, bólidos, tormentas:
abrillantó los rayos y los astros
¿y la amplitud? : tenían
calor y sombra para todo el Mundo,
y hasta incubar un "más allá" pudieron.

Un día, raramente
desmayada a la tierra,
Yo me dormí en las felpas profundas de este bosque...
Soñé divinas cosas...
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme...
¡Y no siento mis alas!...
¿Mis alas?...
- Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!

miércoles, 6 de junio de 2012

Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones..., de Delmira Agustini


Por primera vez en este espacio, la poeta uruguaya Delmira Agustini, disfruten de la pasión de la poesía de alguien que vivió intensamente y murió víctima de la violencia a la que no se quiso someter.

Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones...

Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones
de palomos, de buitres, de corzos o leones,
no hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor,
había ya estragado mis garras y mi instinto,
cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto,
me deslumbró una estatua de antiguo emperador.

Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi deseo como fulmínea hiedra
hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al imposible corazón... la escultura
su gloria custodiaba serenísima y pura,
con la frente en Mañana y la planta en Ayer.

Perenne mi deseo, en el tronco de piedra
ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
y desde entonces muerdo soñando un corazón
de estatua, presa suma para mi garra bella;
no es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre, sin calor y sin palpitación...

¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!


viernes, 1 de junio de 2012

Recién entonces, de Oliverio Girondo


 RECIÉN ENTONCES
Si el engaste
el subsobo
los trueques toques topos
las malacras
el desove
los topes
si el egohueco herniado
el covaciarse a cero
los elencos del asco
las acreencias
los finitos afines pudiesen menos
si no expudieran casi los escarbes vitales
el hartazgo en cadena
lo posmascado pálido
si el final torvo sorbo de luz niebla de ahogo no antepudiese tanto
ah
el verdever
el todo ver quizás en libre aleo el ser
el puro ser sin hojas ya sin costas ni ondas locas ni recontras
sólo su ámbito solo
                              recién
                                         quizás
                                                      recién entonces

Mi lumía, de Oliverio Girondo


MI LUMÍA
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.

sábado, 26 de mayo de 2012

(sin título), de Juan Gelman


(Sin título)
qué lindos tu ojos
y más la mirada de tus ojos
y más el aire de tus ojos cuando miran lejos
en el aire estuve buscando:

la lámpara de tu sangre
sangre de tu sombra
tu sombra
sobre mi corazón

(Tomado del libro "Dibaxu")

martes, 22 de mayo de 2012

La enamorada, de Alejandra Pizarnik

LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir 
esta recóndita humorada de vivir 
te arrastra alejandra no lo niegues. 

hoy te miraste en el espejo 
y te fue triste estabas sola 
la luz rugía el aire cantaba 
pero tu amado no volvió 

enviarás mensajes sonreirás 
tremolarás tus manos así volverá 
tu amado tan amado 

oyes la demente sirena que lo robó 
el barco con barbas de espuma 
donde murieron las risas 
recuerdas el último abrazo 
oh nada de angustias 
ríe en el pañuelo llora a carcajadas 
pero cierra las puertas de tu rostro 
para que no digan luego 
que aquella mujer enamorada fuiste tú 

te remuerden los días 
te culpan las noches 
te duele la vida tanto tanto 
desesperada ¿adónde vas? 
desesperada ¡nada más! 
(Alejandra Pizarnik, de La última inocencia, 1956) 

viernes, 11 de mayo de 2012

Manifiesto, de Nicanor Parra


Señoras y señores 
Ésta es nuestra última palabra. 
-Nuestra primera y última palabra- 
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros 
Es un artículo de primera necesidad: 
No podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores 
-Y esto lo digo con todo respeto- 
Nosotros sostenemos 
Que el poeta no es un alquimista 
El poeta es un hombre como todos 
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos 
En el lenguaje de todos los días 
No creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa: 
El poeta está ahí 
Para que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro mensaje. 
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo 
Al poeta Barata 
Al poeta Ratón de Biblioteca. 
Todos estos señores 
-Y esto lo digo con mucho respeto- 
Deben ser procesados y juzgados 
Por construir castillos en el aire 
Por malgastar el espacio y el tiempo 
Redactando sonetos a la luna 
Por agrupar palabras al azar 
A la última moda de París. 
Para nosotros no: 
El pensamiento no nace en la boca 
Nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos 
La poesía de gafas obscuras 
La poesía de capa y espada 
La poesía de sombrero alón. 
Propiciamos en cambio 
La poesía a ojo desnudo 
La poesía a pecho descubierto 
La poesía a cabeza desnuda.

No creemos en ninfas ni tritones. 
La poesía tiene que ser esto: 
Una muchacha rodeada de espigas 
O no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político 
Ellos, nuestros abuelos inmediatos, 
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos! 
Se retractaron y se dispersaron 
Al pasar por el prisma de cristal. 
Unos pocos se hicieron comunistas. 
Yo no sé si lo fueron realmente. 
Supongamos que fueron comunistas, 
Lo que sé es una cosa: 
Que no fueron poetas populares, 
Fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son: 
Sólo uno que otro 
Supo llegar al corazón del pueblo. 
Cada vez que pudieron 
Se declararon de palabra y de hecho 
Contra la poesía dirigida 
Contra la poesía del presente 
Contra la poesía proletaria.

Aceptemos que fueron comunistas 
Pero la poesía fue un desastre 
Surrealismo de segunda mano 
Decadentismo de tercera mano,
Tablas viejas devueltas por el mar. 
Poesía adjetiva 
Poesía nasal y gutural 
Poesía arbitraria 
Poesía copiada de los libros 
Poesía basada 
En la revolución de la palabra 
En circunstancias de que debe fundarse 
En la revolución de las ideas. 
Poesía de círculo vicioso 
Para media docena de elegidos: 
"Libertad absoluta de expresión".
Hoy nos hacemos cruces preguntando 
Para qué escribirían esas cosas 
¿Para asustar al pequeño burgués? 
¡Tiempo perdido miserablemente! 
El pequeño burgués no reacciona 
Sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta: 
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo 
Por una poesía de la noche 
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual 
La poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros 
Nosotros condenamos 
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios 
La poesía de vaca sagrada 
La poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes 
Nosotros oponemos 
La poesía de la tierra firme 
-Cabeza fría, corazón caliente 
Somos tierrafirmistas decididos- 
Contra la poesía de café 
La poesía de la naturaleza 
Contra la poesía de salón 
La poesía de la plaza pública 
La poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.

jueves, 10 de mayo de 2012

Autorretrato, de Nicanor Parra

Les presento a Nicanor Parra, un poeta nuevo para mí, pero ya un clásico de las letras latinoamericanas, hermano de la inolvidable Violeta.
Lástima que me compré su obra completa, la presté y no volvió más, cosas que pasan, los libros son de todos y de nadie. Esta viene un poco autorreferencial, jeje...

AUTORRETRATO

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante: 
Soy profesor en un liceo obscuro, 
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales). 
¿Qué les dice mi cara abofeteada? 
¡Verdad que inspira lástima mirarme! 
Y qué les sugieren estos zapatos de cura 
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros 
No reconozco ni a mi propia madre. 
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases: 
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

viernes, 27 de abril de 2012

El retorno de la niña, de Daniela Della Bruna

Se termina octubre como se sucumbe ante un fuego frío,
son interminables las noches de recuerdos,
son abominables los días sin destino,
y es menester en un amanecer perdido
comenzar una marcha hacia donde nunca se ha ido,
dejar de garabatear promesas en los cuadernos vanos,
dejar de amontonar certezas pobres
que nunca alcanzarán a aniquilar cobardes bríos.

Se suelta de los sueños de la infancia
una niña tímida que fue títere de un viento tibio,
que no quiso mirar con ojos grandes
lo que se chocaba en todos los días sucesivos
y que encontró su hora infausta,
la hora de ver la verdad sin más suspiros,
y tuvo que entender que no mirar era elegir
el peor entre todos los caminos.

Por eso miró de frente en el espejo
unos raros ojos que eran míos,
y eligió por una vez no ser cobarde,
arrojarse sin redes al vacío.

jueves, 26 de abril de 2012

Soy ese río, de Daniela Della Bruna

En la furia de una tormenta antojadiza pasé una noche sin sueño,
en un lugar ya sin cadenas, ni sogas, ni pesares venideros,
como ese verano aventurero que me permitió enterrar
un final que pude paladear como festejo.

Festejé tantos finales rozagantes, tantas historias
que sucumbieron prestas en el latir del tiempo,
siempre para zambullirme en olas nuevas,
de viejos mares, en olas repetidas de antiguos ruegos.

Es la huida intempestuosa de mi sangre
la que grita como el río
que ha vaciado una y otra vez sus aguas,
y sin embargo sigue nombrado como el mismo río.

Como soy nombrada con el mismo nombre,
a pesar de ser vasija de otros torrentes del destino,
a pesar de ser otra y la misma,
muralla con memoria, habitada por otros inquilinos.

miércoles, 25 de abril de 2012

La víspera, de Daniela Della Bruna

¡Ay, si dejara de doler la vanidad de este cansado corazón esquivo,
si la infausta hora que me vio nacer volviera para volverme libre,
si el desprendimiento fuera el único verdugo vivo!

Pero es larga la noche de los desvanecidos,
larga la espera de la luz,
largo el completo transitar por mis sentidos.

Es interminable el trajinar de las voces que reclaman,
no puedo darme más respuestas que la espera,
aquella hora inicial sólo me dio extravío.

No se me llenaron nunca los pulmones de luciérnagas,
entonces fui la criatura de la chocante cobardía,
de la siempre intrascendente comodidad,
de la ensayada pleitesía.

Fui la criatura que le robó flores a los jardines del olvido,
que no tuvo más historias que las que leyó en los libros,
y que sin más remedio que el propio llanto ennegrecido
no supo despertar cuando la azotaron los reclamos del destino.

Llega el día en que existir se vuelve mandato,
llega el día donde hay que elegir,
responder, gritar, hacer, hablar, romper.

Llega el día.
Llega más funesto que el día de la muerte.
Llega el día.

martes, 24 de abril de 2012

Preludio, de Daniela Della Bruna

Lloro el cansancio de la densa lluvia,
de la eterna resistencia,
del eterno ataque sin razón.

En la polvorosa aurora,
se decantaron uno a uno los remolinos de mi sangre,
se licuaron mis venas.

Ha gemido todo cuartel de invierno,
ya no quedan prisas,
 ni temores.

En la última cobardía de no querer más palos,
se pregunta el cuerpo apedreado
y sin cobijo

cuánto falta para que acabe el frío,
para que duerman los músculos,
para que callen los gritos.

Cuánto falta para que la piel no se queme,
cuánto para dejar de sentir,
de rodar por falsos ríos.

Publicado en Antología Escritura sin fronteras 2011, Editorial Raíz Alternativa.

lunes, 23 de abril de 2012

Otra espera, de Daniela Della Bruna

No volverán las brisas que hamacaban sutiles las hojas del tiempo,
se estrecharon los campos después del incendio,
se apagaron en la noche los aullidos de la loba,
se retuercen sus hijos en sus pechos secos.

No volverán a cantar los pájaros que alegraban el alba,
ni habrá lluvia que alimente a las yermas tierras del olvido,
brilla como un diamante la sonrisa de la cobardía,
escondida en ese último rincón del río.

Se escapan los suspiros contenidos,
desde el oscuro esófago al estómago estrecho,
son todas turbulencias de noches sin risas,
son todas huidas sucesivas. Huye ese que acechaba.

Huyen todos los bramidos triunfantes, los gemidos locos,
se transforma todo en un éxodo de luces apagadas,
de escondites siniestros, y las pobres esperanzas
son mariposas de un día que no ha querido tener sol.

Y en la totalidad absoluta de este rincón perdido,
en la devastadora furia de impotencias y soledades,
en este nido roto y desarmado,
todavía respira a duras penas una pena elocuente.

Publicado en la Antología Escritura sin frontera 2011, Editorial Raíz Alternativa.

viernes, 20 de abril de 2012

Un rostro en el otoño, de Olga Orozco


La mujer del otoño llegaba a mi ventana
sumergiendo su rostro entre las vides,
reclinando sus hombros, sus vegetales hombros, en las nieblas,
buscando inútilmente su pecho resignado a nacer y morir entre dos sueños.

Desde un lejano cielo la aguardaban las lluvias,
aquellas que golpeaban duramente su dulce piel labrada por el duelo de una vieja estación,
sus ojos que nacían desde el llanto
o su pálida boca perdida para siempre, como en una plegaria que inconmovibles dioses acallaran.

Luego estaban los vientos adormeciendo el mundo entre sus manos,
repitiendo en sus mustios cabellos enlazados
la inacabable endecha de las hojas que caen;
y allá, bajo las frías coronas del invierno,
el cálido refugio de la tierra para su soledad, semejante a un presagio,
retornada a su estela como un ala.

Oh, vosotros, los inclementes ángeles del tiempo,
los que habitáis aún la lejanía
-ese olvido demasiado rebelde-;
vosotros, que lleváis a la sombra,
a sus marchitos ídolos, eternos todavía,
mi corazón hostil, abandonado:
no me podréis quitar esta pequeña vida entre dos sueños,
este cuerpo de lianas y de hojas que cae blandamente,
que se muere hacia adentro, como mueren las hierbas.


lunes, 16 de abril de 2012

La mala suerte, de Olga Orozco

La mala suerte

Alguien marcó en mis manos,
tal vez hasta en la sombra de mis manos,
el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la desventura.
Su tienda es mi morada.
Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y que caen
llevando la distancia dondequiera que vaya,
sin acertar jamás con ningún paraíso a la medida de mis tentaciones,
con ningún episodio que se asemeje a mi aventura.
Nada. Antros donde no cabe ni siquiera el perfume de la perduración,
encierros atestados de mariposas negras, de cuervos y de anguilas,
agujeros por los que se evapora la luz del universo.
Faltan siempre peldaños para llegar y siempre sobran emboscadas y ausencias.
No, no es un guante de seda este destino.
No se adapta al relieve de mis huesos ni a la temperatura de mi piel,
y nada valen trampas ni exorcismos,
ni las maquinaciones del azar ni las jugadas del empeño.
No hay apuesta posible para mí.
Mi lugar está enfrente del sol que se desvía o de la isla que se aleja.
¿No huye acaso el piso con mis precarios bienes?
¿No se transforma en lobo cualquier puerta?
¿No vuelan en bandadas azules mis amigos y se trueca en carbón el oro que yo toco?
¿Qué más puedo esperar que estos prodigios?
Cuando arrojo mis redes no recojo más que vasijas rotas,
perros muertos, asombrosos desechos,
igual que el pobrecito pescador al comenzar la noche fantástica del cuento.
Pero no hay desenlace con aplausos y palmas para mí.
¿No era heroico perder? ¿No era intenso el peligro?
¿No era bella la arena?
Entre mi amado y yo siempre hubo una espada;
justo en medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso
que anunciaba traiciones y alumbraba la herida en el final de la novela.
Arena, sólo arena, en el fondo de todos los ojos que me vieron.
¿Y ahora con qué lágrimas sazonaré mi sal,
con qué fuego de fiebres consteladas encenderé mi vino?
Si el bien perdido es lo ganado, mis posesiones son incalculables.
Pero cada posible desdicha es como un vértigo,
una provocación que la insaciable realidad acepta, más tarde o más temprano.
Más tarde o más temprano, estoy aquí para que mi temor se cumpla.

sábado, 14 de abril de 2012

Con esta boca, en este mundo... de Olga Orozco

Abril nos trae a Olga, la inolvidable. Espero que disfruten esta semana de su poesía.

Con esta boca, en este mundo...

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta  dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?

martes, 10 de abril de 2012

La lluvia, de Jorge Luis Borges

Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

lunes, 9 de abril de 2012

La tarde, de Jorge Luis Borges

Sigue palpitando, el otoño y la nostalgia...

La tarde

Las tardes que serán y las que han sido
son una sola, inconcebiblemente.
Son un claro cristal, solo y doliente,
inaccesible al tiempo y al olvido.
Son los espejos de esa tarde eterna
que en un cielo secreto se atesora.
En aquel cielo están el pez, la aurora,
la balanza, la espada y la cisterna.
Uno y cada arquetipo. Así Plotino
nos enseña en sus libros, que son nueve;
bien puede ser que nuestra vida breve
sea un reflejo fugaz de lo divino.
La tarde elemental ronda la casa.
La de ayer, la de hoy, la que no pasa.

sábado, 31 de marzo de 2012

Al triste, de Jorge Luis Borges

Sigue el otoño, arrastrando con soles y brisas las hojas fugitivas, envolviendo al mundo con un trágico murmullo inexplicable. Y nuevamente, nuestro amigo, que nos acompaña con más versos de esos que son únicos.
Al triste
Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.

viernes, 30 de marzo de 2012

El amenazado, de Jorge Luis Borges

Sigue el otoño esplendoroso, se despide marzo, lento. Y Borges nos sigue acompañando, explicando como nadie la sutil tristeza del amor negado.
El amenazado
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

jueves, 29 de marzo de 2012

Lo perdido, de Jorge Luis Borges

Llegó el otoño, y la indescifrable melancolía late en la lejana pampa, trayendo algunas brumas. Nada mejor que Borges, que entendió más que nadie esa tristeza de la llanura...

Lo perdido
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo

y que no fue? ¿Dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido

de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,

según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera.

viernes, 16 de marzo de 2012

Transmutación, de Daniela Della Bruna

Se apagó una mujer en la aurora,
se apagó sola, suave, en silencio.
Se apagó una mujer en la aurora.

El verano se bebió su río,
el invierno le sembró la muerte,
el amante la dejó en olvido.

Sus paredes se cayeron lentas,
la pintura no aguantó la espera,
se esfumaron sus hijos, y sus penas.

Escuchó un susurro,
adivinó un verso,
se supo vacía, y sin tiempo.

Y apagó sus ojos,
sus labios de fuego,
se le heló la sangre en el cuerpo.

Se apagó una mujer en la aurora,
la noche la había roto de recuerdos,
y ninguna estrella le trajo remedio.

Simple, definitiva y sutil,
se apagó una mujer en la aurora,
como se echa una pluma al viento.

Publicada en Antología El decir textual 2011, Editorial De los Cuatro Vientos

jueves, 15 de marzo de 2012

Perspectivas, de Daniela Della Bruna

Sola,
en la pausa del espacio,
espero.

Espera, 
en la pausa del espacio,
sola.
 
Nadie llegó,
ella esperaba en pausa,
sola en el espacio.

Nadie esperó,
quedé en el espacio,
sola como una pausa.

Publicado en Antología El Decir Textual 2011, Editorial De los Cuatro Vientos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mutación, de Daniela Della Bruna

las formas se liberan en la madrugada,
mi cuerpo se ha desbocado en un susurro,
lloroso, perdido, libre,
por fin he dejado los lamentos,
esta primavera de muerte
me ha satisfecho

ni vértigos, ni flores, ni gemidos
pero este pájaro herido
ha cantado,
ha cantado el viento frío
ha cantado el despojo de la soledad
ha cantado

la máscara bendita ha vuelto
renovada,
casi era mía esa sonrisa
que fingió, fugitiva
y exhaló
toda la melancolía

Publicado en Antología El decir textual 2011, Editorial De los Cuatro Vientos

lunes, 12 de marzo de 2012

Gracias por las visitas

Hola amigos, hoy llegamos a las 500 visitas al blog. Estoy muy contenta, espero que me sigan acompañando. Esta semana retomo las entradas diarias.
Saludos a todos,
Noctámbula

martes, 6 de marzo de 2012

El grito, de Daniela Della Bruna

Les dejo El grito, este poema está publicado en la Antología Mundo Literario 2010 de la Editorial Nuevo Ser.

El grito

No se escribe, no,
a menos que otra vez,
otra sucia vez,
otra estrecha vez,
otra certera vez,
se haya apagado el cielo.

Se haya muerto,
suplicando, el que fue
tu carcelero,
tu guardia,
tu puñal,
tu celo.

Se hayan abierto,
rotas, las puertas
del infierno,
se hayan perdido
todos los amigos
del miedo.

Y ahora, sin cesar,
sin llorar, sin gritar,
sin romper ese jarrón absurdo,
escribo,
para robarte un poco de luz,
en el silencio.

lunes, 27 de febrero de 2012

Exilio, de Daniela Della Bruna

Hola amigos, hoy les dejo el último poema de los que salieron en la Antología Escritura sin frontera 2010, de la Editorial Raíz Alternativa. Espero que pronto puedan salir junto con el poemario que integran, mientras tanto espero que las hayan disfrutado...

Exilio

El tiempo pasa, absoluto.
Pasan los días, los soles, los climas,
cambian las lunas, para volver a cambiar, y ser las mismas.
Pasan los niños, los jóvenes, pasan y luego son hombres.
Pasan las navidades, los cumpleaños,
los temores, los casamientos.
Pasan los amores, las ilusiones,
las revoluciones triunfan, y fracasan,
y se caen, y se levantan.
Vencen los injustos, y luego son vencidos,
ganan los buenos, para perder de nuevo,
y pensamos que un átomo es un átomo,
para saber después que son partículas,
y las partículas, hechas de otras partículas.
Pasan los vientos, y los huracanes,
las auroras y los atardeceres...
Pero sigue siendo jueves, sigue siendo martes,
sigue siendo viernes, para ese olvidado,
para ese que ese día ha dejado de moverse
con el movimiento perpetuo,
para ese que mira, desde la orilla,
cómo es eterno y circular
el devenir de las cosas,
mientras él, que no ha satisfecho su orgullo,
que sabe que morirá sin novedades,
que espera la visita de un perdón esquivo,
lamenta estar en ese costado tieso del camino,
lamenta la noche fría del desencanto,
lamenta la certeza de la impotencia,
de la impotencia de todas sus potencialidades.
Lamenta y sólo puede lamentar.
Saber no puede ser otra cosa que su condena.