Sólo se respira fuego,
mucho fuego,
vibrante, hastiado,
vacío, derrotado fuego.
Sólo se respira fuego,
la furia gana en la noche,
en la noche roja
del silencio.
En la luna oculta,
sólo se respira fuego,
y aún parece que late,
ese hueco allí en el pecho.
Se respira, sí,
pero sólo se respira fuego,
se calcina la piel,
se hunde el músculo en el hueso.
Se concibe, al final,
el falaz cuerpo
de una llama total,
absurda, sin tiempo.
La llama que latía,
que gritaba,
la llama que llenaba
el tibio hueco.
La llama que sentí,
que toqué, que creí,
la triste llama apagada
de un corazón que ya ha muerto.
En Tarde de viento...
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