Se desborda este hormigueo de zapatos cojos,
esta noche de insomnio inacabado,
esta carilla espesa de susurros flacos.
Qué poco cielo le queda a este prado,
qué manojo de miradas agrias
me da el espejo taimado.
Me sangran las pupilas rotas,
ya no quieren ver este despojo de mujer,
que se quedó en la derrota.
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