No se escribe, no,
a menos que otra vez,
otra sucia vez,
otra estrecha vez,
otra cerrada vez,
se haya apagado el cielo.
Se haya muerto,
suplicando, el que fue
tu carcelero,
tu guardia,
tu puñal,
tu celo.
Se hayan abierto,
rotas, las puertas
del infierno.
se hayan perdido
todos los amigos
del miedo.
Y ahora, sin cesar,
sin llorar, sin gritar,
sin romper ese jarrón absurdo,
escribo,
para robarte un poco de luz,
en el silencio.
En Tarde de viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario