martes, 22 de septiembre de 2015

Autobiografía de mi madre, Jamaica Kincaid (fragmento)


“Mi madre murió en el momento en que yo nací, y así, durante toda mi vida, no hubo nunca nada entre yo y la eternidad; a mi espalda soplaba siempre un viento negro y desolado. Al principio de mi existencia, yo no podía saber que iba a ser así; no lo supe hasta llegar a la mitad de mi vida, justo en aquel tiempo en que había dejado de ser joven y descubrí que algunas de las cosas que siempre había tenido de sobra ahora eran menos abundantes, y que poseía más de algunas otras de las que apenas había disfrutado en absoluto. Y ese descubrimiento de pérdida y de recompensa me hizo reflexionar acerca del pasado y del futuro: en mi origen estaba esa mujer cuyo rostro yo nunca había visto, pero al final no había nada, nadie entre mi persona y ese negro espacio que es el mundo. Sentí entonces que durante toda mi vida había estado al borde de un precipicio, que mi pérdida me había hecho vulnerable, dura, y desvalida; tomar conciencia de ello me permitió vencer la tristeza, la vergüenza y la autocompasión.”
“¿Qué es lo que hace que el mundo gire?
¿Quién podría buscar una respuesta a esa pregunta?
Es una pregunta especialmente preciada para un hombre orgulloso del tono pálido del color de su piel, especialmente apreciada porque no responde a ninguna aspiración que haya logrado realizar, a nada que le haya costado ningún esfuerzo en absoluto; sencillamente nació así, fue bendecido y elegido para ser como es, y eso le proporciona un lugar privilegiado en la jerarquía de todas las cosas. Ese hombre se aposenta en un otero, no permanece a ras de tierra, y sabe con una certeza férrea que todo lo que abarca con la vista –prados fértiles, vastas llanuras, altas montañas con enterrados, mares turbulentos, océanos en calma-, absolutamente todo, tiene que pertenecerle a él. Qué es lo que hace que el mundo gire es una pregunta que plantea cuando todo lo que abarca con la vista está bien seguro en su poder, cuando se ha apoderado de todo con tal seguridad que de vez en cuando puede incluso dejar de vigilarlo, puede denunciarlo, puede reclamar que se lo han usurpado, puede maldecir el momento en que fue concebido y el día en que nació, puede irse a dormir cuando llega la noche sabiendo que al despertar todo lo que abarca con la vista sigue estando bien seguro en su poder; y puede volver a preguntar: ¿Qué es lo que hace que el mundo gire?, y entonces obtendrá una respuesta, se podrían llenar volúmenes enteros con ella, hay muchísimas respuestas, todas distintas, y hay muchísimos hombres, todos iguales.
¿Y qué pregunto yo? ¿Cuál es la pregunta que yo puedo plantear? Yo no poseo nada, yo no soy un hombre.

Pregunto: ¿Qué es lo que hace que el mundo gire en mi contra y en contra de todos los que son como yo? No poseo nada, cuando hago esa pregunta no estoy contemplando nada; el lujo de obtener una respuesta que podría llenar volúmenes enteros no está a mi alcance. Cuando hago esa pregunta, mi voz está llena de desesperación.”

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