sábado, 24 de febrero de 2018
Cosmética del enemigo, Amélie Nothomb (fragmento)
"Aunque fuera usted el primero, lo habría previsto. ¿Ha oído hablar de la crucifixión? ¿Por qué cree que los crucificados sufren y mueren? ¿Por unos clavos de nada en las manos y en los pies? A causa de los brazos abiertos. A diferencia de ciertos mamíferos como los perezosos, el hombre no está concebido para permanecer durante mucho tiempo en semejante posición: si mantiene los brazos levantados durante un tiempo excesivo, acaba muriendo. Bueno, quizás exagere un poco: es cuando se le cuelga de los brazos durante un tiempo excesivo cuando puede fallecer por ahogo. Usted no habría muerto. Pero habría terminado por encontrarse mal. Ya lo ve: no puede librarse de mí. Todo está calculado. ¿Por qué cree que la he tomado con sus oídos? No solo porque es legal; sobre todo porque se trata del sentido que menos defensa ofrece. Para protegerse, el ojo tiene los párpados. Contra un olor, basta taparse la nariz, gesto que no tiene nada de doloroso, ni siquiera durante mucho rato. Contra el gusto, existe el ayuno y la abstinencia, que nunca han estado prohibido. Contra el tacto, está la ley: si alguien te toca contra tu voluntad, puedes acudir a la policía. La persona humana solo presenta un punto débil: el oído."
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