Autobiografía de mi madre, fragmento
"Nunca había tenido madre, acababa de renunciar a convertirme en madre yo misma, y entonces ya sabía que aquel rechazo sería total y definitivo. Nunca me convertiría en madre, pero eso no era lo mismo que no tener nunca hijos. Tendría hijos, pero nunca sería una madre para ellos. Los tendría en abundancia; saldrían de mi cabeza, de mis axilas, de entre mis piernas; tendría hijos, colgarían de mí como los frutos de una parra, pero yo los destruiría con la indiferencia de un dios. Tendría hijos por la mañana, los bañaría a mediodía en un agua que saldría de mí misma y me los comería por la noche, engulléndolos enteros, de un solo bocado. Vendrían a la vida para dejar de vivir. Durante su día de vida, les llevaría hasta el borde de un precipicio. No les empujaría; no tendría que hacerlo; las dulces voces de extraordinarios placeres les llamarían del fondo del abismo; ellos no descansarían hasta unirse a esos sonidos. Cubriría sus cuerpos de enfermedades, adornaría su piel con llagas de delgadas costras, de las llagas rezumaría a veces un espeso pus del que estarían sedientos, y nunca podrían apagar su sed. Les condenaría a vivir en un espacio vacío congelados en la misma postura en la que hubieran nacido. Los arrojaría desde una gran altura; todos los huesos de sus cuerpos se fracturarían, y esos huesos nunca se soldarían debidamente, sanando de la misma forma que se habían roto, sin curarse nunca en absoluto. Cuando ya no fueran más que cadáveres los adornaría y colocaría cada cadáver en una caja de madera pulimentada, y pondría bajo tierra la caja de madera pulimentada y olvidaría el lugar de la tierra en el que había enterrado la caja. Así sería como nunca me convertiría en madre; así sería como tendría a mis hijos."
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