“Me es imposible oír más sin
decir nada. Tengo que hablarle por los únicos medios de que dispongo. Usted me
ha atravesado el alma. Me debato entre la agonía y la esperanza. No diga que es
demasiado tarde, que aquellos preciosos sentimientos ya no existen. Me ofrezco
otra vez a usted con un corazón que es aún más suyo que cuando casi me lo
rompió hace ocho años y medio. No diga que el hombre olvida antes que la mujer,
que su amor muere antes. Sólo la he querido a usted. Puede que haya sido
injusto, débil y rencoroso, pero no inconstante. Sólo por usted he venido a
Bath. Sólo por usted pienso y hago planes. ¿No se da usted cuenta? ¿Cómo es
posible que no haya interpretado mis deseos? Ni siquiera hubiera esperado estos
diez días si hubiese podido leer sus sentimientos, como creo que usted ha
interpretado los míos. Apenas puedo escribir. No hago más que oír palabras que
me atenazan. Usted baja la voz, pero yo puedo distinguir sus tonos, aunque para
los demás se pierdan. ¡Cuánta bondad! ¡La admiro! Es usted ecuánime al decir
que los hombres también sienten verdadera constancia y afecto. Quiero que sepa
que los míos son fervientes e inalterables.
Tengo que marcharme, sin conocer
mi destino, pero volveré aquí o la buscaré si sale con sus amigas, cuanto
antes. Una palabra, una mirada, bastarán para saber si acudo o no esta tarde a
casa de su padre.”
F.W. (Frederick Wentworth)
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