Aroma fresco de narcisos blancos:
es enero, y hay nieve copiosa.
Hace tanto frío que hasta las cañerías se congelan,
y de noche cruje la casa.
Tú salías y entrabas a tu antojo,
pero en invierno te quedabas dentro,
orondo con tus pieles de director de funeraria;
soñabas con la luz del sol,
soñabas con gorriones degollados,
gato negro, que ya no estás aquí.
Si pudieras encontrar tu camino
desde el río de las flores heladas,
el bosque donde no hay comida,
para volver atravesando la ventana de hielo,
para volver por la puerta de aire, cerrada con llave.
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