jueves, 19 de septiembre de 2013

Lobo


Es inútil la batalla del lobo,
del extranjero,
del perdido.

Porque no tienen respuestas las preguntas,
no tienen destino los caminos,
no hay metas de llegada,
no hay consuelo en el vacío.

Sólo hay un caminar perpetuo por círculos indefinidos,
un caminar hastiado,
un loco afán por lo prohibido.

Una tentación atroz
por una oscuridad bien conocida,
un desplazarse sin cesar,
sin tino,
por rotos agujeros,
con falsos peregrinos,
con máscaras astutas,
con mil fingimientos enmohecidos.

Y una congoja sin curar en la garganta,
un destino de muerte,

sin haber vivido.

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